Babelia

Costumbres perdidas, otra vez valiosas: que se enciendan las luces y uno se quede aturdido, como recién despertado, mirando con sorpresa las caras pálidas a su alrededor; salir a la calle y recibir el aire frío en la cara con la sensación de estar cruzando la frontera en la que termina el influjo magnético de la ficción; estar de vuelta en el mundo real y sin embargo seguir habitando las vidas de esas dos mujeres, en una ciudad casi a oscuras, una noche de hace más de veinte años. Casi no recordábamos que ir al cine nos gustaba tanto.

Hábitos perdidos, de novo valiosos: as luzes acendem-se e ficamos aturdidos, como se tivéssemos acabado de despertar, olhando com surpresa a palidez das faces em redor; saímos para a rua e recebemos o ar frio na cara com a sensação de cruzar a fronteira em que termina o influxo magnético da ficção; voltar ao mundo real e contudo continuar a habitar as vidas dessas duas mulheres, numa cidade quase às escuras, numa noite de há vinte anos atrás. Já quase não nos lembrávamos de que gostávamos tanto de ir ao cinema.

Antonio Muñoz Molina en Babelia, sobre o filme romeno Quatro meses...